“Qué bien que la derecha desafíe al oficialismo con una figura en apariencia distinta a la de Santiago Creel, prototipo del político conservador de la élite, porque por lo menos la Senadora del PAN podrá ensayar una narrativa que ponga énfasis en los pueblos originarios y en la pobreza”.
El Consejo Mexicano de Negocios (CMN) agrupa a los principales multimillonarios de México, desde Carlos Slim y Germán Larrea hasta Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y José Antonio “El Diablo” Fernández, cuyo ideólogo es Claudio X. González Laporte. Y varios miembros de este selecto organismo del sector privado son los impulsores de Xóchitl Gálvez.
Ella, a su vez, se ha reunido, de la mano de González Laporte, con varios magnates del CMN que pertenece al Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la cúpula del sector privado cuyo presidente, Francisco Cervantes, se opone a la reforma que acortaría la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, porque los trabajadores tienen muchos logros: “No tienen llenadera, lo que tenemos que hacer es ponernos a trabajar, no a no trabajar”.
De este calibre son los padrinos de la Senadora el PAN Xóchitl Gálvez, encumbrada ya como la inevitable candidata presidencial de la coalición del PRIAN también por intelectuales, académicos, opinadores, periodistas y la falsa sociedad civil que, en realidad, son las figuras residuales de estos mismos partidos y el PRD.
Por esto mismo la deliberación no es si Xóchitl Gálvez es indígena o si fue pobre, sino qué intereses y qué proyecto representa si sus promotores y los autores de su imposición como la candidata presidencial de la derecha son los principales magnates del país, a quienes los pobres y los indígenas jamás les han importado nada.
A los políticos no hay que evaluarlos por su origen étnico ni por su preferencia sexual y religiosa, sino por su trayectoria y comportamiento públicos, sus decisiones y omisiones, sus dichos y sus hechos, sus proclamas y sus silencios.
Tan repugnante es descalificar a Xóchitl Gálvez por indígena como a Claudia Sheimbaum por judía y a Marcelo Ebrard por francés. A los corruptos hay que criticarlos no por judíos, musulmanes o cristianos, sino por deshonestos y ladrones. Porfirio Díaz era mixteco y se entregó al poder del dinero y a la élite que, como él, despreciaba a los pobres e indígenas.
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Qué bien que la derecha desafíe al oficialismo con una figura en apariencia distinta a la de Santiago Creel, prototipo del político conservador de la élite, porque por lo menos la Senadora del PAN podrá ensayar una narrativa que ponga énfasis en los pueblos originarios y en la pobreza. Eso, en sí mismo, sería ya una victoria para enriquecer la deliberación pública sobre los grandes problemas nacionales.
Pero no va a ocurrir: Jamás los más ricos de México, sobre todo el grupo que lidera Claudio X. González Laporte y que está detrás de Xóchitl Gálvez, van a deponer su objetivo de volver al poder público para precisamente seguir acumulando riquezas.
Si el grupo de los más ricos de México, encumbrado por Carlos Salinas y en general por los gobiernos neoliberales, tuviera algún compromiso o sensibilidad social, en los hechos, lo habría demostrado desde hace décadas no siento tan hambreadores como lo han sido.
Es en realidad un grupo depredador que ha controlado el poder público con presidentes del PRI y del PAN, y que ahora no sólo tiene sometidos a esos partidos, como fue la creación de Va por México en la mansión de el junior Claudio X. González Guajardo en Las Lomas de Chapultepec, sino que los está desapareciendo con tantas derrotas.
Pero si Xóchitl Gálvez es ya la ungida como la candidata por las élites del poder económico, intelectual y mediático, ¿qué demonios va a pasar con el proceso interno que formalmente inició este lunes 3 de julio con la convocatoria a los aspirantes a ese cargo ya definido?
Le están dando la razón a Lilly Téllez, Claudia Ruiz Massieu y Damián Zepeda en que el diseño de la contienda es una simulación, pero también también legitiman lo que afirmó el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que es “pura faramalla”, porque los poderosos ya decidieron que Xóchitl es la candidata.
Los que se inscriban serán, en todo caso, patiños de Xóchitl Gálvez, entre ellos Creel, quien perdería por cuarta ocasión la candidatura presidencial del PAN con la que ha soñado toda su vida. Claro, él es un demócrata que acata la voluntad popular.
Y sí, hasta el órgano electoral que organiza la “contienda interna” es una impostura: Los siete “comisionados ciudadanos”, Alejandra Latapí, Teresa González Luna Corvera, Patricia McCarty, Arturo Sánchez Gutiérrez, Rodrigo Morales, Juan Manuel Herrero y Marco A Antonio Baños, son parte de esa misma élite.
Cuatro de los siete fueron consejeros electorales del Instituto Federal Electoral, Latapí, González Luna, Sánchez Gutiérrez y Manzanares, fueron electos en 2003, junto con Luis Carlos Ugalde, y los cuatro están ligados a Felipe Calderón y a la fraudulenta elección de 2006.
Latapí, inclusive, fue propuesta de Claudio X. González Laporte, quien en ese año presidía el Consejo Coordinador Empresarial, sí, el mismo organismo cúpula del sector privado donde anidan los padrinos de Xóchitl Gálvez.